Roberto Bolle, estrella de ballet, realizó un gran salto delante de las etéreas bailarinas y de los ramos de rosas, mientras Carmen de Bizet llenaba el aire del Teatro alla Scala de Milán.
Sin embargo, fue la Alta Moda y no la ópera la que congregó un público cubierto de joyas, vestidos para la ocasión de pasar una noche en los palcos de felpa roja del famoso teatro del siglo XVIII.
Fue la Costura de Dolce & Gabbana la que conquistó el famoso hall de Toscanini, con una colección que ha seducido a los clientes que volaron hasta el evento.
No importaba que los sindicatos de los bancos estuvieran manifestándose fuera, como un golpeteo a las puertas de Versalles.
Stefano Gabbana y Domenico Dolce crearon un evento deslumbrante en el que unieron los códigos de la moda con el ambiente teatral, creando un desfile lleno de gracia, liviano y acorde con la música. En concreto, sonaron las obras Carmen,El cascanueces y El lago de los cisnes.
La apertura fue muy emotiva: tres bailarines, desde un chico muy joven hasta un hombre adulto, recorrieron la pasarela representando la trayectoria profesional de Roberto Bolle en La Scala, desde niño prodigio hasta el estrellato como bailarín formado.
El final fue igual de emotivo, con modelos luciendo vestidos decorados con los cárteles de pergamino en color beis y rojo característicos de La Scala.
"Aquí es donde empezó", dijo Stefano, explicando cómo el dúo, primero fue a ver a Alexander Pereira, director artístico de La Scala, para preguntarle si les daba permiso para utilizar la cartelería.
Después, Domenico se atrevió a preguntarle, también, si podrían utilizar el teatro de la ópera como localización, lo que culminó en el presente desfile. Pereira, que abrió el evento, dijo que en seguida presintió que iba a ser una gran colaboración entre los dos mundos, el de la moda y el del ballet. Después, añadió que está orgulloso por el resultado conseguido.
Fue interesante ver cómo al desfile acudieron clientes de verdad, de los que raramente vemos.
Iban vestidos, al mediodía, como si fueran a un estreno de La Scala, con capas de color escarlata y dorado compitiendo con vestidos negros de amplio cuello cuajados de diamantes.
El aplauso más cálido fue para Roberto Bolle. Pero también hubo aplausos mientras se desarrollaba el desfile, con el mismo protocolo que habría si hubiera sido un espectáculo de ballet, es decir, según las reglas de la casa. En el desfile se incluyeron vestidos de encaje que lucían con estolas de piel. También esos vestidos que potencian las curvas de la mujer que el dúo de diseñadores sabe hacer tan bien, esta vez con decoración dorada.
El ambiente del ballet trajo una colección especial y sutil.
La artista Anh Duong estaba sentada, en la comida, cerca de las mesas donde se mostraban tartas blancas con diferentes temáticas de ballet. Allí habló sobre sus primeros días como bailarina. Y cómo esa experiencia le llevó a la moda, antes de comenzar com modelo.
Pero, ¿es el desfile de ensueño de La Scala el futuro que tanto buscan sus colegas de la Alta Costura parisina?
Busqué a Stefano para encontrar una respuesta: ¿es un sueño del futuro o un pasado que revive?
“Domenico es el que realmente adora el ballet, yo prefiero la ópera”, dijo. “Para la moda, me encanta el futuro, pero prefiero el presente”.